Tai Chi Chuan



La raíz original de Tai Chi Chuan surge hace 5000 años aproximadamente, en el seno de la cultura tradicional china.
Nace de la relación entre el hombre y la naturaleza, así como también con sus semejantes y del combate que se genera en ambos casos. De esa lucha surge el conocimiento del combate; de allí se cristaliza la sabiduría completa del combate.
Para la práctica es indispensable ser delicado y exigente, dándole importancia a lo que se está realizando a cada instante. Cuando uno practica necesita mucha concentración y conciencia para instaurar la armonía que se logra a través de la sincronización del organismo.





Es importante considerar los siguientes factores sucesivos para la práctica correcta: Corazón, Mente, Chi (energía), Fuerza, Esencia de cuerpo. Desde arriba hasta abajo hay fluidez.
También debemos tener en cuenta 5 elementos internos y 5 externos.  Los elementos internos son Corazón, Hígado, Bazo, Pulmón y Riñón. Ellos están relacionados por el intercambio de sus energías y su sincronización determina la armonía. Y los elementos externos son médula, huesos, tendones, músculos y piel/pelos. Todos los elementos coexisten en equilibrio.
Practicando de esa manera, uno llega a la verdadera alquimia; y aflora la esencia. Desde lo mínimo interno hasta lo máximo externo; una verdadera paz, armoniosa y equilibrada. Esta es la base para producir la verdadera energía, la receta de la alquimia. Así sucede sobre el propio cuerpo, y también se manifiesta a mayor escala en la naturaleza. La armonía interna del cuerpo tiene que estar sintonizada con el entorno.
Somos hijos de la madre naturaleza. Cada momento en relación con ella es importante, y amerita plena conciencia. Si la madre vive bien, el hijo también. Pero se debe tener claro que no pertenecemos a nosotros mismos, pertenecemos a la naturaleza, esa relación no se puede separar. Cuando uno termina la práctica, tiene que saber quién es, saber que uno pertenece a la naturaleza, es embrión de la madre naturaleza. A cada instante está íntimamente ligado con ella. Comprender el trayecto de todas las vidas, nuestro origen es la naturaleza, y también nuestro destino. Cuando nacemos, venimos de ella, y cuando morimos, retornamos a la naturaleza.
La circulación del cuerpo es como el ciclo de la vida, como las plantas, como el río que siempre corre; la circulación de los meridianos es para entender el interminable desarrollo natural. De esta manera podemos experimentar una práctica cada vez más profunda, siempre desarrollándose, ilimitada.
Además de los 5 elementos internos y externos ya mencionados debemos comprender la relación del cielo, la tierra y sus cambios; hay 5 cambios y 6 energías naturales en permanente cambio, incesante. De la misma manera con dolor o placer hay que seguir prosperando frente a los cambios.






«La vida es pequeña, y es corta, no dura eternamente. Pero en el momento de la práctica, con la cabeza levantamos el cielo, con los pies empujamos la tierra, con la respiración emanamos la esencia de cielo y tierra, esa esencia con mi cuerpo se fusiona. En este momento ciento la inmensidad de la naturaleza, ilimitada, vacía como el universo, eterna. Tai chi es una manera de caminar ideal que se expande y extiende constantemente.»
La armonía y la unión son interdependientes. La unión es necesaria para que haya armonía, entre las dos se retroalimentan, solo así la energía comienza a fortalecerse. Si conocemos las leyes estableceremos un orden, así conseguiremos la armonía. La vida se sustenta en la armonía y la armonía del propio cuerpo es la base para construir esta unión. Sin armonía no hay unión.
El Tai Chi Chuan necesita de la unión. Esto se aplica en la relación entre lo interno y lo externo, los dos funcionan con un mismo objetivo. Lo principal es la armonía interna. Esta se manifiesta en la transformación externa, y a la vez ese cambio externo influye sobre la esencia interna. Así, sin comienzo ni fin, un ciclo eterno, profundizándose una y otra vez con cada práctica entre los órganos internos y la parte externa del cuerpo.
La relación entre lo interno y lo externo a través de la práctica se hace más íntima, más intensa, más profunda y más clara. Cada órgano interno se relaciona con un elemento del cuerpo de la siguiente manera: el Pulmón se relaciona con la piel y los vellos, el Bazo se relaciona con los músculos, el Hígado se relaciona con los tendones y los ligamentos, el Corazón se relaciona con los meridianos, las venas y las arterias, el Riñón se relaciona con los huesos y su médula. Este es el orden más profundo con el que se logra la verdadera conexión entre lo interno y lo externo. Las mismas leyes que aplicamos previamente, las empleamos para relacionar a la persona con la naturaleza. El cuerpo entero pasa a representar lo interno, y la naturaleza y sus cambios lo externo. También en este caso la armonía es la clave
Cuando se logra la unión en armonía de las energías del propio cuerpo, puede fusionarse éste con la naturaleza. Una vez logrado este objetivo la persona se sincroniza en los cambios con la naturaleza.
A lo largo del año, en primavera la energía se dirige hacia afuera (las plantas crecen y florecen, la temperatura se eleva, los días son más largos). En el verano se expande al máximo. Cuando llega el otoño esa energía se interioriza. Y cuando pasa a nuestro interior, en el invierno, se mezcla con nuestra propia esencia. Para luego empezar nuevamente el ciclo habiéndose purificado. Este es el proceso al que llamamos alquimia.






“La Unión es la idea de esta práctica.

Para disfrutar de la Vida naturalmente…”


Maestro Matias Mugen